Desde hace décadas, las torres de transmisión eléctrica han estado en el centro de debates sobre sus supuestos efectos adversos en la salud, particularmente en relación con el cáncer. Sin embargo, estudios científicos y organizaciones de salud globales, incluida la Organización Mundial de la Salud (OMS), han concluido que los campos electromagnéticos de baja frecuencia generados por estas torres no son perjudiciales para la salud humana.
¿Qué son los Campos Electromagnéticos?
Los campos electromagnéticos son áreas de energía que rodean los dispositivos eléctricos, siendo creados cuando las cargas eléctricas se mueven. Estos campos se dividen en dos categorías principales: campos de alta frecuencia y campos de baja frecuencia.
Los campos de alta frecuencia, parte de la radiación ionizante, tienen la capacidad de alterar átomos y moléculas, potencialmente causando daños biológicos. Por otro lado, los campos de baja frecuencia, o energía no ionizante, como los emitidos por las líneas eléctricas y los aparatos domésticos, no tienen suficiente energía para cambiar la estructura celular. En ese sentido, aunque se han llevado a cabo numerosos estudios al respecto, hasta la fecha no se ha podido concluir que los CEM de baja frecuencia sean perjudiciales para la salud.
Investigaciones y evidencia científica sobre el impacto a la salud
Estudios desde la década de 1970 hasta la fecha han explorado exhaustivamente la relación entre los CEM de baja frecuencia y el cáncer. La revisión más significativa realizada por M. Feychting y A. Ahlbom, y el amplio informe de la OMS en 2002, han reforzado consistentemente que no existe un mecanismo conocido por el cual los campos electromagnéticos de baja frecuencia puedan inducir cáncer.
Asimismo, un estudio en 2013 por P. Elliot y colaboradores también confirmó que no hay asociación entre los campos electromagnéticos y un aumento en el riesgo de varios tipos de cáncer.
La creencia de que las torres de transmisión eléctrica son una amenaza para la salud persiste a pesar de la evidencia científica robusta que demuestra lo contrario. Es crucial que la información basada en la ciencia prevalezca para disipar mitos y permitir que las discusiones sobre la infraestructura eléctrica se centren en hechos, no en temores infundados. Las torres eléctricas son esenciales para la distribución eficiente de la energía, y su impacto en la salud humana ha sido comprobado como mínimo, asegurando su papel vital en el avance hacia un futuro energético sostenible.