Hace poco más de una década, Guatemala se enfrentaba a retos importantes en materia de seguridad energética. Al frente de todo se hallaba la volatilidad de precios de los portadores de energía, mientras la demanda crecía rápidamente, pero no lo hacían así las tasas de cobertura eléctrica en el país, particularmente en áreas rurales.
En ese contexto, la diversificación de la matriz energética se hacía primordial, así como la expansión y modernización de la infraestructura de transporte y distribución de electricidad.
En la búsqueda de solventar estos grandes retos nacionales, surgieron proyectos que hoy son vitales para el país. Este es el caso del proyecto PET (el Plan de Expansión del Sistema de Transporte de Energía), que abarca dos terceras partes de los departamentos del país.
El proyecto PET en Guatemala, desarrollado por Trecsa, busca el fortalecimiento del Sistema Nacional Interconectado, para garantizar a la población guatemalteca un servicio de energía eléctrica seguro, confiable, robusto y contínuo.
Esto lo logra por medio de la ampliación de la capacidad de transmisión, con la construcción y energización de más de 788 kilómetros de líneas de transmisión. Al mismo tiempo, el proyecto contempla la ampliación de algunas subestaciones y la construcción de otras nuevas.
La importancia del proyecto PET
Si bien Guatemala ya ha alcanzado un porcentaje de electrificación superior al 90%, el reto es cerrar completamente la brecha para toda la población del país.
Pero esto se hace particularmente difícil en las zonas rurales, debido en buena medida a las grandes distancias que debe recorrer la energía para llegar a las centrales de consumo, todo a través de una topografía bastante accidentada.
Aquí es donde se hace indispensable la ampliación de la red de transmisión, generando nuevos puntos de conexión, reduciendo la longitud de las redes de distribución, mientras se mejora la calidad del suministro eléctrico y se facilita la diversificación de la matriz energética.
Trecsa está llevando a cabo la titánica tarea de expandir y operar 788 kilómetros de líneas de transmisión, las cuales abarcan 15 departamentos, 74 municipios y 340 comunidades.
El beneficio de un proyecto tan grande como este, por supuesto, no se limita a las áreas rurales. Espacios urbanos como las ciudades de Antigua Guatemala, Quetzaltenango y la capital misma, también gozarán de los beneficios que conlleva el PET. Tal es el caso del ahorro de más de 100 millones de dólares en la factura eléctrica nacional, así como rebajas del 25% en el precio de la energía.
Invertir en el PET es invertir en los guatemaltecos
Garantizar la cobertura eléctrica en un país es retador, pero indispensable.
En esta línea, se requiere la intervención de empresas privadas y, afortunadamente, Guatemala es uno de los países en la región latinoamericana que ha logrado proveer las condiciones necesarias para la inversión en el fortalecimiento del transporte de energía eléctrica.
Esto ha evitado que, como ocurre en otros países, el servicio eléctrico esté bajo amenaza de interrupciones y racionamientos, que afectan a las industrias, comercios y la población en general.
La construcción del PET, al favorecer la estabilidad del servicio eléctrico, beneficia a los sectores del comercio, la industria, la educación y las familias guatemaltecas, particularmente ahora en el contexto del covid-19, donde las modalidades de trabajo, educación y vida social requieren en buena medida del ámbito digital.